No cobran ni cinco. Se sienten pagadas con una flor y una sonrisa, según declaran en su web. Son maestras jubiladas, militantes todas ellas de la narración oral, que aprovechan el tiempo libre para ir a explicar cuentos a las escuelas donde las llaman. En un mundo como el actual, en el que la narración audiovisual marca la pauta, este grupo de jubiladas –que se autoproclaman Mestres Àvies Recuperadores de Contes– entiende que los cuentos explicados a la manera tradicional, con una palabra tras otra y basta, siguen siendo un instrumento excelente para ejercitar la atención, desarrollar la imaginación y capacitar a los pequeños en la abstracción de sus emociones. ¿Pierde presencia la oralidad? ¿Tanto ha cambiado la manera como nos explicamos las cosas?
(...) Las historias que este grupo lleva a las aulas son, por norma general, cuentos populares y tradicionales que explican sin prisa. "Muchos maestros se quejan de que a los niños cada vez les cuesta más prestar atención y que se dispersan y desconcentran con suma facilidad, por lo que creemos que la narración oral es un buen modo de aprender a escuchar con atención", dice Rosa Maria Pujadó, otra voluntaria.
(...) Roser Ros: "Hay niños tan poco acostumbrados a que alguien se les ponga delante y les cuente una historia que, cuando eso sucede, lo encuentran absolutamente mágico y quedan subyugados porque para ellos no es nada habitual". Ello explicaría, por ejemplo, el auge actual de los cuentacuentos y, quizás, hasta por qué hay adultos que regresan a las salas de teatro. "Quizá sea un tópico, pero tiene mucho de cierto: la viveza que tiene algo que está pasando delante de tus narices y que tú estás viviendo, seas un niño o un adulto, en el mismo instante que el narrador o el actor, tiene una fuerza que posiblemente se agrande en estos tiempos de sobredosis de pantallas", añade.
Pero no se trata sólo de una cuestión de fantasía y de atención. "La oralidad es la mejor manera de introducir a los niños en la lectoescritura, porque escuchando cuentos ganan en vocabulario y estructuran el pensamiento, entre otras muchas cosas", reflexiona Marta Pelegrí, jefa de estudios del colegio Parc Guinardó.
Los expertos opinan lo mismo. "La escuela ha prescindido durante mucho tiempo del lenguaje oral como objeto de aprendizaje porque lo realmente importante era la palabra escrita, y la palabra hablada, por sí sola, parecía no tenía valor alguno", afirma Marta Luna, pedagoga y escritora. No obstante, cree que en estos momentos la oralidad vuelve a ganar peso en la escuela: "Muchos de los niños son inmigrantes y eso está haciendo cada vez más necesario que en los colegios, aparte de dar las materias básicas, se enseñe la lengua hablada desde unos niveles muy básicos y a partir de la palabra dicha".
¿Oratoria en la escuela? Responde Jordina Biosca: "¿Por qué no? Hablar es como andar, un acto fundamental. Una buena oratoria es útil cada día de tu vida y acaba sirviéndote en todo lo que tocas: en el trabajo, en el ocio, en las relaciones personales".
Así lo constata la profesora Teresa Baró, autora de Saber decir (Serbal), un manual de oratoria para estudiantes, eso sí, a partir de segundo ciclo de ESO. Baró explica que "el interés por la oratoria sigue siendo insuficiente y nada se enseña a los alumnos sobre las pautas que hay que seguir para hablar bien en público". (...) ¿Una de las claves de una buena oratoria? "Tener una buena base de transmisión oral desde muy pequeños", responde Teresa Baró, completamente de acuerdo con el comando de las abuelas cuentacuentos.
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