La idolatramos de niñas, la aborrecemos en la pubertad, nuestra enemiga en la adolescencia y, si todo marchó más o menos bien, la comprendemos y valoramos de adultas, acercándonos más a ella.
POR ALICIA E. KAUFMANN |
Madres e hijas: expectativas y vínculos de por vida
Muchas son las transformaciones de la mujer en su pelea por llegar a la cumbre, y muchos los cambios que generan en su eco sistema, en la cultura de las organizaciones y en el posicionamiento de los varones. ¿Pero en qué influye la relación de madres e hijas en este tema?
Uno de los clásicos de la sociología -Robert Merton- dice que la madre establece roles emocionales y el padre vínculos instrumentales orientados a resultados. Las relaciones laborales de la mujer están condicionadas por sus primeras experiencias con las mujeres de su entorno. Según Angela Eden, las mujeres tienen distintas expectativas que los hombres respecto de otras mujeres. Esperan que las demás las traten como si fueran sus hermanas, madres u amigas. La realidad dista mucho de ser así. De ahí que las mujeres en altos cargos han de cambiar sus expectativas y empáticamente, comprender la soledad en la que se encuentran. Quizás seamos nosotras las que debamos apoyarlas.
Otra autora subrayó la transferencia maternal que podemos sentir hacia las colegas, dado que a la madre se la percibe como una dadora de amor incondicional. La madre es quien nos ha dado apoyo, pero también la primera que nos ha puesto límites, diciendo que "no". De ahí la importancia en analizar este primer vínculo y determinar nuestros sentimientos actuales al respecto.
Para este análisis, nos hemos centrado más en tres estudios. En el primero de ellos Deborah Tannen nos cuenta, que la relación con su madre fue el origen para indagar sobre el tema. La relación entre madres e hijas, constituye la "madre de todas las relaciones". Es una de las más apasionadas y viscerales en la vida de las mujeres, aquella por la cual se puede experimentar tanto el amor más profundo, como la más profunda rabia, incluso el odio. Esta relación nos obliga a afrontar cuestiones fundamentales de quiénes somos, quiénes queremos ser, y cómo nos relacionamos con los demás. Este vínculo tendrá un peso enorme a lo largo de toda nuestra vida.
Para las hijas seguirá siendo crucial mucho tiempo después de haber llegado a la vida adulta e incluso, tras el fallecimiento de nuestras madres. Algo similar ocurre a las madres, aún cuando sus hijas ya sean ellas mismas adultas y madres.
La autora señala que si bien, madre e hija tienen la misma conversación la interpretación, puede ser totalmente diferente. Se trata de diálogos en donde el "poder" y la "distancia", se negocian continuamente.
El objetivo de abordar este tema es mejorar la comunicación entre madres e hijas y hacer más fluida las relaciones con las mujeres de nuestro entorno.
Una primera conclusión es que el vínculo entre madre e hija, está tan cargado emocionalmente porque combina una intensa conexión con una implacable lucha por el poder, sobre todo a partir de la adolescencia.
La actriz Liv Ullman, definió aquello que cualquier hija desea idealmente de su madre:"Le pase lo que le pase, ella sabe que puede confiar en mi, que no la voy a juzgar y que siempre va a recibir todo mi apoyo y ayuda. Ambas sienten profundamente las emociones de la otra. Cuando yo misma llamaba por teléfono a mi madre, o ahora a mi hija, por mi tono de voz se daban cuenta de cómo era mi estado de ánimo y viceversa. Otras veces, hubo llamados a 12.000 Km. de distancia, preguntando si me encontraba bien y efectivamente en ese momento me encontraba fatal. Durante toda mi vida sentí una conexión energética entre ambas, y muchas veces sentí que sus emociones eran transferidas directamente de un corazón a otro, como si se fuera una cuenta de banco emocional".
Ambas tienden a sobre valorar el poder de la otra y a infravalorar el propio poder. La relación entre madres e hijas, puede ser una gran fuente de consuelo, pero también puede causar un gran sufrimiento. De nadie más hablamos con tanto cariño, y también con tanto resentimiento, como de la propia madre.
A veces, al ser interpretaciones tan distintas de las mismas conversaciones, hacen que la frustración resulte frecuente, entre ambas. Para una hija los comentarios de su madre resultan importantísimos. Por eso, cualquier juicio emitido por ella, puede sentar como "una cadena perpetua". Las hijas tampoco se quedan cortas y emiten generalizaciones hirientes.
Si somos conscientes de estas cosas, es probable que manejemos mejor nuestras relaciones y que en nuestra carrera profesional, identifiquemos el origen de muchos malentendidos. Y como consecuencia, podamos modificarlos.
Fuente
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