Por Ángeles Espinosa. Foto Reuters
Las jóvenes de la península Arábiga quieren tomar las riendas de su destino
Cuestionan las costumbres patriarcales y los matrimonios forzosos
“Quiero librarme de mi familia y vivir mi vida”, espeta Fadwa en un arranque de sinceridad. La confidencia, que suena a pataleta de adolescente, adquiere un significado diferente cuando la pronuncia una mujer en una de las monarquías de la península Arábiga, donde el petróleo parece haber anestesiado a la población frente a los vientos de cambio que sacuden la zona. El conservadurismo, fruto tanto de los valores tribales y religiosos como de la reacción a la apresurada modernización de estas sociedades, ha sido un lastre para el avance de las mujeres. Ahora el acceso generalizado a la educación, la televisión por satélite, los viajes, Internet y la urbanización están transformando de forma irreversible sus aspiraciones.
A sus 23 años, Fadwa tiene detrás una dura historia personal de matrimonio impuesto, maternidad temprana, depresión y divorcio (...) “Quería estudiar y mis padres me dejaron claro que si no aceptaba casarme, no podría hacerlo”(...) "Lo pasé muy mal, me causó problemas psicológicos, he estado en tratamiento", admite satisfecha de haber dejado atrás esa etapa oscura. Queda, no obstante, un hijo de tres años que, tras el divorcio y hasta que cumpla 11 años, permanecerá a su cargo. “Lo cuida mi madre”, confía. Eso es lo que le ha permitido aceptar este trabajo de secretaria en una oficina del Gobierno. “Gano menos de lo que podría con mi título, pero planeo hacer un máster y aquí tengo más tiempo”, explica con determinación (...)
La educación ha sido clave en el avance de las mujeres de las seis monarquías petroleras del golfo Pérsico, donde no tuvieron acceso a la enseñanza hasta los años sesenta del siglo pasado. Han aprovechado bien las oportunidades. Hoy, constituyen entre el 60% de los universitarios (en Arabia Saudí) y el 77% (en Emiratos Árabes Unidos). La Universidad les ha permitido salir del núcleo cerrado de la familia al que los sectores más tradicionales aún desean relegarlas. Con sus diplomas bajo el brazo, quieren trabajar y tomar las riendas de su destino.
Progresivamente, han llegado a profesiones habitualmente dominadas por los hombres como ingeniería, ciencia, informática, derecho, comercio o la industria del petróleo. Constituyen el 35% de la población nacional activa y rondan el 60% en la administración pública, incluida alguna ministra y embajadora. También tienen el mayor número de empresarias de la región. Los negocios, junto al funcionariado, son el ámbito favorito de empleo porque da flexibilidad para combinar el trabajo con la responsabilidad en el hogar que les asigna la tradición.
En el terreno social, los cambios van más despacio. Perduran todavía limitaciones legales (como el derecho a trasmitir la nacionalidad, el divorcio en las mismas condiciones que los hombres, y la custodia de los hijos tras la separación), de movimiento (Arabia Saudí es el caso extremo), o simplemente, para elegir la vida qué quieren vivir. Trasnochados códigos de honor o la presión del qué dirán aún pesan como una losa sobre muchas mujeres, en especial de familias beduinas o asentadas en localidades del desierto, lejos del cosmopolitismo de las ciudades costeras (...)
Trasnochados códigos de honor o la presión del qué dirán aún pesan como una losa sobre muchas mujeres.
Shahla no espera que le concedan nada (...) Ir a bailar o a tomar una copa constituye todo un desafío al orden establecido.Sus vaqueros y camiseta son toda una declaración de intenciones. “Me cubro cuando voy a casa los fines de semana porque si no a mi madre le da un patatús”
A sus 24 años ha tenido varios novios, una tacha inconfesable en su entorno, y sopesa si su actual pareja merece la pena como para romper con su familia y su país. Aunque confiesa haber pensado también en optar, como hizo Fadwa, por la vía del matrimonio y el divorcio con chico de su país, como un medio para obtener la libertad sin tener que abandonar a su familia. Sería una decisión sin vuelta atrás, como el proceso de cambio que se está produciendo a fuego lento en toda la región.
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