La vida de Isotta Nogarola, considerada la primera intelectual del Renacimiento, se caracteriza por (...) su lucha por ser reconocida como intelectual más allá de su sexo, a
pesar de que eso le costó retirarse y vivir como una devota sin
participar de los círculos intelectuales del momento.
Nació en el año 1418 y se crió en el seno de una noble familia de
Verona. Isotta y su hermana Ginevra, huérfanas de padre, fueron
extraordinariamente educadas por varios preceptores contratados por su
madre. Su hermana abandonó sus estudios para contraer matrimonio.
Isotta, en cambio, optó por el celibato para poder dedicarse al saber y,
consciente de su valía, trató de introducirse como una más en los
círculos humanistas masculinos. Cuando contaba dieciocho años, ya había
mantenido una importante correspondencia con escritores que habían
alabado su elocuencia y su sabiduría.
RECHAZADA POR LA SOCIEDAD
En torno a octubre de 1436,
decidió escribir al prestigioso humanista Guarino Veronese (...) quien la humilló públicamente dejando sin respuesta
esa misiva. Sin embargo, Isotta no se dejó asustar. Llena de rabia
escribió de nuevo a Veronese en abril de 1437. En su carta se quejaba de
la situación en la que había quedado a causa de la falta de respuesta
del intelectual, por lo cual había quedado ridiculizada por toda la
ciudad y suplicaba la ayuda de Veronese para recuperar su reputación
poniendo freno a las “scelestas linguas que me llaman torre de audacia y dicen que debería ser enviada a los confines de la tierra por mi osadía”.
Guarino Veronese respondió esta vez en un tono paternalista y
condescendiente, pero severo, en el que aconsejaba a Isotta abandonar
una profesión que no era adecuada para su sexo y se casara, pues, lo que
pretendía sólo era posible creando “a un hombre dentro de la mujer” .
La actitud de Guarino Veronese dio rienda suelta a las críticas de otros
intelectuales que hasta el momento habían tolerado la osadía de esa
joven mujer, pues pensaban que su voluntad de estudiar era un capricho,
no
demasiado serio y que, tarde o temprano, se casaría, como había hecho su
hermana Ginevra y se olvidaría de sus estudios. Como la propia Nogarola
explicaba, toda la ciudad se burló de ella. No sólo los intelectuales,
las mujeres también se pusieron en su contra.
Como otras muchas mujeres sometidas persecuciones y desprecios
semejantes a lo largo de la historia, Nogarola se sintió profunda e
injustamente humillada. La única mujer que la apoyó fue la también
humanista Costanza Varano, quien afirmó en una carta escrita que
Nogarola no sólo había sobrepasado a las mujeres cultas de la antigüedad
sino a los hombres cultos de su tiempo. Además, la instaba a ser
valiente y no conformarse con ser una mujer religiosa tradicional sino a
asumir un papel nuevo como intelectual.
Desesperada, Isotta se disculpó por haber escrito esa carta a Guarino
Veronese, se lamentó de que la fragilidad de su intelecto y la debilidad
de su sexo le impidieran elogiarle debidamente, presentando excusas por
su presunción y reconociendo que era un pecado de arrogancia. Pero el
mal estaba hecho. El acoso continuó y, a pesar de su cambio de actitud,
recibió las críticas y las acusaciones más crueles: fue acusada de
incesto, promiscuidad e incluso de lesbianismo en base a la creencia de
ninguna mujer elocuente es casta. El argumento era que puesto que había
mostrado desde pequeña una tendencia tan antinatural para una mujer como
el interés por los estudios humanísticos, por la filosofía, la
retórica, por la escritura en latín, debía ser porque su naturaleza
estaba violentada también en otros sentidos.
Decidió volver a refugiarse en
la villa familiar a las afueras de
Verona, y se retiró de la vida pública y de la escritura y (...) se convirtió en una devota religiosa (...) visto como una
ocupación más adecuada para una mujer. Recibía pocas visitas y mantuvo
alguna correspondencia con otros intelectuales, en particular, Ludovico Foscarini, un
político veneciano. Él visitó su casa a menudo, participando en
discusiones con otros miembros de la familia Nogarola, y su relación
nunca fue romántica. Isotta recibió una propuesta de matrimonio en 1453,
pero siguiendo el consejo de su amigo Foscarini, ella se negó.
Tras diez años de silencio, vio la luz su obra más conocida, un diálogo
en torno a la culpa de Adán y Eva en el pecado original titulado De
pari aut impari Evae atque Adae peccato... contentio super Aureli
Agustini sententiam videlict peccaverunt impari sexu sed pari fastu. Sus restantes obras son de argumento variado. En 1453 compuso la Oratio in laudem beati Hieronymi. Se
trata de una hagiografía de San
Jerónimo en la que Isotta elogia no sólo la figura santa sino también la
intelectual. En 1459 escribió una carta al papa Pío II con ocasión de
la convocación
del Concilio de Mantua, instando al Papa a emprender la cruzada contra
el infiel. Y en 1461, la Consolatio ad Marcellum (...) encargada por Jacopo Antonio Marcello.
En 1454, Isotta contrajo una enfermedad crónica que la acompañaría hasta
su muerte. Vivió recluida en una
habitación con la única compañía de su madre, cuya muerte en 1461 dejó a su hija en una completa soledad. Cinco años después, a la edad de 48 años, Isotta Nogarola abandonó este
mundo.
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