No se trata sólo de un piropo tipo 'guapa' por la calle o una mirada indiscreta, aunque también pueden incomodar. Más allá de cifras sobre la desigualdad, en España perdura un machismo en pequeñas dosis, muchas veces 'invisible'. Una lista, abierta y siempre polémica por la imposibilidad de definir fronteras y lo particular de casa caso, podría ir desde la 'mano larga' en un bar que da un cachete en el trasero, las faltas de respeto en lo laboral, la atribución de la mayor parte de trabajos domésticos, comentarios desafortunados de políticos sobre mujeres -como los 'morritos' de Leire Pajín-, destacar la ropa de las políticas cuando no se habla de las de sus 'colegas' masculinos, una mirada focalizada en un escote (aunque sea manipulado)...
Son 'micromachismos'. El término, que usa desde hace más de dos décadas Luis Bonino, psicoterapeuta y médico psiquiatra, además de coordinador del Centro de Estudios de la Condición Masculina de Madridmédico psiquiatra, no ha perdido vigencia. "Decir que uno es machista es, hoy en día, políticamente incorrecto. Pero cuando ves a hombres hablando entre sí, la creencia de que la mujer está a su disponibilidad sigue estando vigente. Cada vez menos, eso sí, con las formas más brutas", afirma al otro lado del teléfono.
"Se me ocurrió este término, como terapeuta de mujeres y hombres, por los malestares o incomodidades de mujeres que no tenían una causa aparente y que ellas atribuían a problemas internos", señala. Ocurren en el ámbito de la pareja, en el entorno familiar y también en la sociedad en general. Bonino los ha clasificado. Entre los más 'populares', estaría el de "el escaqueo doméstico" (a la hora de realizar las labores), así como la presión que siente o que se ejerce sobre la mujer como principal responsable a la hora de cuidar a familiares enfermos o con minusvalías.
La periodista June Fernández recopiló el pasado diciembre en su blog, en una entrada titulada con sarcasmo 'Paranoicas', algunas respuestas que obtuvo en redes sociales al preguntar sobre 'micromachismos'. Entre los ejemplos: "Que me llamen 'niña' o 'nena'", "la condescendencia en el ámbito profesional", "que el hecho de llevar falda (por la rodilla) se convierta en la comidilla de la empresa", "el acoso sexual verbal en la calle (los llamados piropos)" o "el paternalismo de los históricos de izquierdas".
Recibió muchísimos comentarios. "Hubo muchas mujeres que se sintieron identificadas y les pareció liberador que, de alguna forma, lo que a ellas les ocurría pasaba a muchas otras", explica Fernández. "Desde pequeñas hemos estado expuestas a pequeños y grandes abusos sexuales, y muchos hombres ni lo saben", agrega.
"Yo no pretendía criminalizar a nadie [con el 'post'], ni a los hombres en general. También las mujeres tenemos conductas de machismo sutil. Lo que es importante es identificarlas para ir cambiándolas", dice. Feminista militante, muestra su preocupación por los ataques que recibe el feminismo por quien lo entiende como lo contrario al machismo, y no como el movimiento en busca de igualdad, por el que, señala, muchas son ahora tildadas de'feminazis'.
El tema de los piropos es de lo que más debate suscitó, explica. "A la gente le cuesta entender que te llamen guapa por la calle es malo. Esa no es la cuestión. Muchas veces, una situación aislada no puede ser considerada una agresión. ¿Puedes pensar que es motivo suficiente para llamar a la policía que un tío te toque el culo en la calle? Lo grave es la situación global. Las mujeres sufrimos situaciones que nos incomodan en el día a día", comenta.
Ander Izaguirre, también periodista, le dio una vuelta a este tema en su propio blog. En una entrada titulada 'Son unas histéricas', presentaba su sorpresa ante el decálogo de 'recuerdos' sobre situaciones de acoso y vejaciones que una amiga suya le envío como respuesta a un email sobre el post de June Fernández. Entre ellos, que con 13 años otro chico le pellizcara la vulva a su paso por la calle, tocamientos de culo en bares o expresiones tipo "¡Te voy a comer el coñooooo!" (sic) a su paso.
Son situaciones que "se aceptan, se toleran y hasta se ríen", apuntaba entonces Izaguirre. "Cada uno de esos hechos aislados puede no parecer muy grave, algunos un poco más, pero me llamó la atención que marcaba una continuidad a lo largo de su vida. Lo que fue la 'releche' es que al publicarlo me llegaron docenas y docenas de mensajes que contaban casos parecidos. También me contaban lo mismo mis amigas y mis familiares", cuenta en conversación telefónica.
"Nadie niega que todo el mundo tiene papeletas para sufrir 'bullying' o acoso en la juventud, pero darse cuenta de que es más generalizado entre mujeres no es negar estos hechos", apunta. Y añade: "Hay cierto nivel de acoso que está aceptado, aunque a veces, cuando una chica habla de ello, en seguida se la considera una histérica o una exagerada". De ahí que le llamara la atención que entre críticas en algunos comentarios fueran mucho más fuertes hacia June Fernández -"puta" y "lesbiana", usados como si fueran insultos, o comentarios sobre su físico- que hacia él.
Bonino cuenta que, como psicoterapeuta, siempre pide ejemplos de estas actitudes a sus pacientes, y también en charlas y talleres, porque cree que "dejan de ser micromachismos cuando se habla, al dejar de ser invisibles". Es un camino que se va construyendo con pequeños pasos: "En los últimos años se están visibilizando más todos esos temas que al final son violencia de género y que hasta ahora estaban normalizados.Hasta hace pocos años, coger a una mujer del cuello no era violencia. Se vivía pensando que era legítimo".
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