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diumenge, 3 de juny del 2012

La biología del amor romántico


 Una nueva corriente de investigación científica  intenta explicar la biología del amor romántico: sería una combinación de imágenes cerebrales, hormonas y genética.
Al respecto Larry Young, un científico del centro de investigaciones de Yerkes de la Universidad Emory de Atlanta (Estados Unidos), se ha abocado a estudiar el cerebro y sus reacciones ante el enamoramiento: “Todo tiene una base biológica. Ya conocemos algunos de los factores más importantes”, aseguró.
Según se ha investigado, el cerebro humano tiene unas cuatro pequeñas áreas que forman un “circuito del amor“. En este circuito se incluyen el área tegmental ventral (ATV), el núcleo Acumbes, el pálido ventral y el núcleo dorsal del rafe.
Este ATV< sería, entonces, un elemento clave: en estudios se ha colocado a personas (que acababan de enamorarse) en una máquina de imágenes de resonancia magnética y al mostrárseles fotos de su enamorado, la ATV se iluminaba. Lo mismo cuando se observó a personas que siguen profundamente enamoradas luego de 20 años.
La ATV es un componente fundamental del sistema de recompensas del cerebro. “Son células que producen dopamina (hormona y neurotransmisora) y la distribuye en distintas regiones del cerebro”, explicó al respecto Helen Fisher, investigadora y profesora de la Universidad de Rutgers. “Esta parte del sistema se activa porque uno trata de conseguir el premio mayor, un compañero”.
Una de las revelaciones de esta investigación no suena tan halagadora: el amor responde a reacciones químicas del cerebro y es como una adicción a una droga. “El amor romántico puede ser adictivo; es una adicción muy bonita cuando las cosas marchan bien, y horrible cuando van mal”, expresó Fisher. “La gente mata por amor, y también muere”.
Sin embargo, hay también quiénes no lo creen así, para otra científica consultada y especializada en el sistema nervioso, Bianca Acevedo: ”el factor adictivo suena feísimo. Se supone que el amor es algo hermoso, que tiene una función: mantenernos juntos”.
A veces, sin embargo, el amor no une a la gente, por lo que los científicos estudiaron los cerebros de personas que acababan de romper con sus parejas y comprobaron que había actividad adicional en el núcleo Acumbes, que está asociado más fuertemente con la adicción.
Los investigadores estudiaron asimismo los cerebros de personas que llevan 20 añosde casadas y siguen tomándose de la mano y comportándose como si acabasen de conocerse. En los cerebros de estos hombres y mujeres se iluminaron otras dos áreas, junto con la ATV: el pálido ventral y el núcleo dorsal del rafe.
El pálido ventral está asociado con el cariño y las hormonas que disminuyen el estrés, mientras que el núcleo del rafe es el encargado de bombear serotonina, que “estimula una sensación de calma”, según palabras de Fisher.
Esas áreas generan “la sensación de que todo está bien”, graficó por su parte Brown.
Se ha comprobado que una de las hormonas más importantes que hacen posible el vínculo romántico en las mujeres es la oxitocina. En pruebas de laboratorio con roedores se verificó que cuando se bloquearon los receptores de oxitocina, las hembras no desarrollaban sentimientos afectivos.
Entre los machos, la clave parece ser la vasopresina. Contrariamente, se suministró vasopresina a animales que jamás desarrollaban lazos afectivos, los desarrollaron.
Por otro lado, los científicos abocados a esta investigación de la biología del amor creen saber cómo mantener fluidos los circuitos amorosos: por su parte, Young dijo que, en teoría, se puede estimular el amor romántico mediante sustancias químicas, pero que “si uno quiere realmente revigorizar una relación, debe hacer las cosas que estimulan la producción de estas moléculas y dejarlas que alimenten sus emociones”. Se refería a gestos como abrazos, besos y otras formas de contacto íntimo.


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