Según la lingüísta norteamericana Deborah Tannen,las chicas tienden a hablar largo y tendido sobre un mismo tema, mientras que los chicos saltan de un tema a otro, y son capaces abordar más de cincuenta temas diferentes en el tiempo que sus compañeras dedican a uno solo. Por otro lado, Tannen distingue entre conversaciones afectivas, que ponen énfasis en mostrar similitudes y compartir experiencias, más frecuentes entre mujeres, y las conversaciones informativas, centradas en contar historias y propias del género masculino.
Por su parte, la lingüista Lunette Hirschman ha observado que las mujeres emiten frecuentemente sonidos mientras les hablan (“mmm”, “ajá”, “sí”). Sin embargo, los hombres suelen escuchar en silencio. Las mujeres pueden interpretar ese silencio como falta de atención. Y ellos perciben que sus compañeras no se callan porque están impacientes mientras les escuchan.
Existen otras diferencias en la forma de usar el lenguaje más anecdóticas. Por ejemplo, las féminas suelen iniciar conversaciones con “oye” o “¿sabes qué?” para asegurar la atención de su interlocutor, utilizan más que los hombres los diminutivos y las fórmulas indirectas ("¿qué tal si fuéramos pasando?" en vez de "nos vamos"), y echan mano de términos más precisos en el terreno emocional y sensorial, como los nombres de los colores. En cambio, el registro escatológico está reservado casi exclusivamente al género masculino.
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