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dimecres, 30 de gener del 2013

Mujeres del S. XXI


Mujeres del siglo XXI


por RAQUEL QUÍLEZ

Lejos del salón de casa. Con una vida laboral activa. La situación de la mujer hoy dista mucho de ese cuadro que nos pintaba Austen con jóvenes cultivando los talentos justos para conseguir marido y no ofenderle. Era su única vía de escape. En 200 años, el mundo se ha abierto de par en par. Pero no siempre; pero no a todas.
En sus novelas, Austen muestra a heroínas del día a día, de ésas que se rebelan contra el lugar secundario que la sociedad otorga a la mujer. Era la Inglaterra previctoriana, sí, pero muchas se han visto en idéntica situación después. Como en cualquier radiografía, hoy el diagnóstico cambia en función del foco. De Somalia, peor país del mundo para nacer, según Save the Children, a la desarrollada Islandia, cabeza del ranking.
En España, los datos desprenden un relativo optimismo. O lo hacían antes de que la crisis se nos cayese encima. Las jóvenes españolas han logrado los mayores avances de Europa en Educación, tras Portugaldice la CEOE. Y eso que los años de Franquismo, en los que se cultivó el papel de esposa, contuvieron la emancipación de la mujer. Los datos hablan: en la franja comprendida entre los 55 y los 64 años, el 36,15% de los hombres tiene educación secundaria frente al 28,59% de las mujeres. De los 25 a los 34, la tendencia cambia: las féminas que han estudiado son el 70,20% frente al 59,42% de varones. Su cualificación ha ayudado a reducir la brecha de género en la participación laboral, que ha pasado del 50% en 1980 a un 13,5% en 2011. Partíamos de muy abajo y hemos remontado. Pero la economía amenaza con volver a hacernos caerSegún la EPA, durante 2012 el desempleo aumentó algo más entre ellas (un 14,7%), que entre ellos (un 11,7%), con lo que la tasa de paro masculina cerró el año en el 25,58% frente al 26,55% de la femenina.
Entre los 27 y los 30 años estamos más igualados, pero a partir de ahí las estadísticas demuestran que al hombre le beneficia laboralmente tener una estabilidad familiar, mientras que le perjudica a la mujer
Carmen Bravo, secretaria de la Mujer de CCOO, traduce los números: los recortes en el empleo público y en las ayudas a la dependencia les afectan de lleno a ellas, que asumen esa responsabilidad en la familia —las españolas tienden a dedicar100 minutos más diarios al trabajo no remunerado—, acaparan los contratos más precarios y están emigrando más en busca de un futuro fuera. Eso, las jóvenes, porque entre las mayores a menudo las pensiones son más bajas y dependen de su compañía. Mujer viuda, combinación que asusta. «Entre los 27 y los 30 años estamos más igualados, pero a partir de ahí las estadísticas demuestran que al hombre le beneficia laboralmente tener una estabilidad familiar mientras que le perjudica a la mujer», sentencia Bravo.
Vamos con casos reales. Un 34% de los altos directivos en España son mujeres. Y de cada 10 miembros en los consejos de administración de empresas que están en Bolsa, sólo una lo es. Rosa García (Madrid, 1965) es una de las que han conseguido llegar. Licenciada en Matemáticas, casada y con tres hijos, de 18, 14 y siete años, ha despuntado en Microsoft, donde llegó a ser presidenta para España y ocupó puestos internacionales. Ahora preside Siemens España. ¿Cómo lo hace? «Soy afortunada porque en mis empresas se ha primado una cultura de objetivos que permite trabajar desde fuera. Por suerte, jamás me han preguntado si iba a tener un hijo o me iba a tomar la baja maternal. Y lo cierto es que en 22 años de trabajo, he parado nueve meses. El balance siempre le ha sido favorable a la empresa», cuenta.
Es una excepción. Lo sabe: «Mi caso no es significativo. Se habla de las ejecutivas como de los grandes héroes, y es un error porque tenemos unos salarios y unas condiciones que nos permiten conciliar. Los modelos de verdad son las mujeres que ganan 800 euros al mes, se levantan temprano, llevan a los niños al colegio en autobús o corren a casa de los abuelos y se marchan a trabajar, no siempre en el mejor lugar». Mujeres como Marta Lorenzo, publicista, que tras mucho pensárselo y quedarse embarazada por primera vez a sus 36, ha tenido que pedir reducción de jornada —y sueldo— y hace números para llegar a fin de mes. «Eres la tercera en el organigrama, si pides la reducción, te sales de él», le dijo su jefe. Tuvo que elegir y optó por la familia. Una realidad que no siempre muestran las estadísticas.
«Debemos concienciarnos de que la conciliación favorece también a los hombres, que también quieren ir al pediatra, cenar en familia o ver el concierto de Navidad del niño. En los últimos años, los currículos de las mujeres son en general mejores, por lo que aunque seguimos bajos en niveles de directivos, debería corregirse de forma natural», apunta Rosa García. Pero el cuento no siempre tiene final feliz.
Según el Estado Mundial de las Madres de Save the ChildrenEspaña ocupa el decimosexto mejor lugar del mundo para ser madre. Ha caído cuatro puestos en un año. Cosas de la crisis. El informe arroja otros datos reveladores: las españolas ganan 0,52 euros por cada 0,75 que gana un hombre, y un 35% de los escaños políticos estaban ocupados por ellas en 2011. Además, nuestra esperanza de vida es de 85 años, similar a la de Francia o Suiza y sólo superada por Japón, la tasa de mortalidad de menores de cinco años es de 5 por cada 1.000 y el 62% usa anticonceptivos.
En términos generales, el Foro Económico Mundial sitúa a España en el puesto 26 en el ranking mundial de igualdad de género, 14 peldaños por debajo que en 2011. «Lo cierto es que el panorama es cada vez más precario en igualdad. El descenso en los indices de natalidad está siendo alarmante y el apoyo a la familia está a años luz del europeo. Hoy una mujer que decide tener un hijo lo tiene muy complicado, porque no hay ningún tipo de apoyo y la mayoría de las empresas mantiene un comportamiento patriarcal», afirma Carmen Bravo. Con su nueva vida, Marta Lorenzo comienza a trabajar a las siete de la mañana, pero antes ha levantado a la niña, le ha dado el pecho y la ha llevado a la guardería. Siempre corriendo. Sale a las 14.00 horas, come lo que preparó la noche antes y recoge al bebé que acaparará su tarde mientras la vida sigue en la oficina. A las 21.00 se abre la puerta de casa. Es su marido. La niña duerme.
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